WhatsApp Image 2020-04-09 at 18.12.37.jpeg Es muy triste, pero muy propio de la condición humana, valorar mucho más aquello que tienes cuando dejas de tenerlo. Quien nos iba a decir que echaríamos de menos el caos de las reuniones de escalera, las risotadas en las terrazas o un buen vagón de metro cargadito de humanidad.

Por estar todo el año quejándonos de lo ruidosa y maleducada que es la gente, el destino, la madre naturaleza o quien sea que esté al mando ha decidido que la Semana Santa, esta vez, sería muy especial.

En lugar de aglomeraciones, ruido, y olor a almendras garrapiñadas e incienso, nos han organizado una Pascua con calles vacías, persianas bajadas y hermandades cerradas a cal y canto. Y mucho silencio.

El ruido será molesto. Pero el silencio también puede resultar atronador.

El Jueves Santo, los visitantes habituales lo tuvimos que pasar lejos de Málaga y de la Virgen de la Zamarrilla. Pero pensando en Málaga y en nuestros malagueños queridos. Todo el tiempo.

Málaga en Semana Santa con las calles vacías habrá sido como un escenario sin actores. Porque los protagonistas en esta ciudad durante estos días –y siempre- son sus habitantes. Los trabajadores, los jubilados, las familias que bajan a la calle y se reconocen en sus tradiciones.

Me he imaginado a Málaga sin malagueños, y se me representa como un bello cuerpo.. sin vida. La falta de latido social habrá sido especialmente notorio en una ciudad donde el contacto entre personas forma parte de su esencia.

Por ello estoy convencido de que la Semana Santa silente, de calles empedradas limpias de cera, de terrazas recogidas y sin el tambor y los metales de las bandas, habrá resonado como un profundo clamor en el ánimo de los malagueños. Ellos como nadie habrán sentido el pinchazo del aislamiento.

Pero también habrán sentido más tangible que nunca el valor de esta conmemoración donde hombres y ahora también mujeres se juntan para hacer algo sin ningún provecho económico. Un esfuerzo colectivo con un solo objetivo: encontrarse, interactuar, y sentirse parte del grupo. Algo que sólo se consigue de forma presencial. Esta sí es una red social, no lo que llevamos en el móvil.

La Semana Santa de Málaga es una de las avanzadillas contra la globalización y contra la sociedad digital. No la única, pero lo es de forma muy poderosa. Es analógica, idealista y solidaria. Y presencial al máximo. Un soplo de aire fresco que este año no ha podido ser, pero que el año que viene volverá para dar oxígeno a todos sus actores, los de todo el año y los que somos de adopción.

 

Societat fracturada, etnicisme, supremacisme, violència… Són conceptes que ja s’han desdibuixat del tot gràcies al procés. Potser algun dia la RAE haurà de rescriure el seu significat.

Inclús al País Basc dels anys 80 molta gent s’esforçava a desmentir que hi hagués fractura social. Clar que també hi havia a Madrid una Brunete mediàtica encaparrada a presentar-nos Bilbao com si fos Beirut. Però coexistia amb una opinió publicada, fins i tot a Espanya, que es resistia a projectar al món aquesta imatge d’una part del seu territori.

A l’època dura de l’IRA, també als anys 80, el govern conservador de Margaret Thatcher va decidir il.legalitzar el Sin Fein, considerat el braç polític de l’organització armada. A Espanya, tan sols l’ultradreta de Blas Piñar va gosar demanar el mateix. Poc temps després de sortir d’una dictadura de 40 anys, hi havia el consens social tàcit que demanar la il.legalització d’Herri Batasuna era cosa del passat i no ens posava en la millor via per resoldre el conflicte.

Margaret Thatcher també va decidir que els mitjans de comunicació no havien d’informar del que passava als carrers de l’Ulster. Fer-se ressò de les accions de l’IRA era donar-los una promoció mediàtica gratuïta. La dama de ferro, durant uns anys, va imposar el “blackout” informatiu a Irlanda del Nord. Tampoc ningú a Espanya es va atrevir -tret de Fuerza Nueva- a demanar una cosa similar. Intervenir els mitjans de comunicació era una música passada de moda a l’Espanya de la transició. Calia informar dels assassinats d’ETA amb professionalitat, sense carregar les tintes ni excitar les baixes passions.

És cert que sota els mandats de Felipe González hi va haver terrorisme d’Estat i que els GAL van matar 30 persones, entre les quals una nena que estava amb els seus pares prenent un refresc en un bar d’Iparralde.

Però l’estratègia comunicativa dels governs socialistes d’aleshores va consistir, per una banda, en tolerar l’existència d’un independentisme polític i per l’altra en retratar la violència de forma proporcionada i rigurosa.

Què estan fent en canvi ara les elits polítiques espanyoles de tots els signes, encarnades en Pedro Sánchez? Projectar la imatge d’una Catalunya caòtica, totalitària, en fallida econòmica i inmersa en un enfrontament fratricida de connotacions “ètnico-lingüístiques” (un original concepte que l’unionisme espanyol hauria de definir-nos algun dia).

Sembla que l’estratègia comunicativa en cas de conflicte territorial segueix doncs aquesta doble pauta: quan la lluita és realment sanguinaria, restem-li transcendència parlant-ne desapassionadament, o directament evitem parlar-ne. Quan és un moviment cívic que busca sumar suports per la via exclusivament democràtica, desacreditem-lo de qualsevol manera: inventem-nos conflictes on no n’hi ha, atribuim a les anècdotes valor de categoria, convertim el civisme pacífic en totalitarisme, la legítima i sana protesta ciutadana en atac terrorista i la defensa de la llengua en supremacisme ètnic.

Avui he creuat Barcelona mentre vuitanta mil persones es manifestaven a favor de la unitat d’Espanya. Families, grups d’amics, joves i grans passejaven amb tota tranquilitat amb banderes espanyoles a la cintura o al coll. No he vist ni cares d’odi en uns ni cares de por en altres. He vist una manifestació cívica, com ho va ser la del dia abans en contra de les sentències.

No he vist fractura social, ni etnicisme, ni supremacisme, ni violència.

Em sembla que seria just reconèixer que no hi ha cap problema per manifestar-se per Barcelona amb una bandera espanyola. I em sembla també que seria bo anomenar les coses pel seu nom, i no obligar els senyors de la RAE a fer hores extres, que ténen tots ja un peu a la jubilació.

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En las relaciones humanas es mucho más sano aprender a encauzar el conflicto que negarlo o empeñarse en figurarse una concordia falaz.

Las amistades sólidas son las que se ponen a prueba, no las que se dan siempre por supuestas. Si dos personas se quieren es, en gran parte, porque son capaces de decirse  las cosas a la cara, y no andan todo el día edulcorando críticas o conteniendo sus resentimientos velados. Para eso ya tenemos vecinos o compañeros de trabajo.

De la misma manera, los grupos sociales que se forman voluntariamente se crean, se disgregan y pueden volver (o no) a asociarse, con sus mismos miembros, sólo una parte de ellos, o con nuevas incorporaciones. El tejido social sano es un organismo vivo, que crece, se junta o se divide según su conveniencia, y que basa su existencia en el refrendo continuado de sus partes.

Por ello, tan válida y oportuna puede ser la cohesión del grupo como su disgregación, porque no hay nada más poderoso que un grupo que quiere permanecer unido ni nada más opresivo que una unidad a la fuerza.

La Hermandad de la Zamarrilla es un buen ejemplo de esa unidad buscada. En su seno existe el conflicto: las ideas sobre cómo organizar el funcionamiento interno de la Cofradía son diferentes para cada uno de los Hermanos. Incluso su relación particular con la Virgen o con el Cristo es personal e intransferible, única, con sus juramentos, sus renuncias desinteresadas y sus declaraciones de amor incondicional.

Durante el año, las diferencias entre Hermanos afloran y en ocasiones originan agrios debates. Y más en un año convulso, en el que la Agrupación de Cofradías de Málaga ha cambiado el recorrido radicalmente (adverbio que encaja poco en la Semana Santa) y, lo que es más grave, también ha modificado el orden en el que procesionan las Hermandades.

Pero por mucha polémica, protesta y amenaza de plante, finalmente llega la salida procesional del Jueves Santo, el momento culminante que todo lo origina, justifica y explica. A la hora convenida del día indicado, 274 mujeres y hombres del trono de la Virgen y 212 del Cristo se presentan frente a la Ermita de la Zamarrilla y prestan su hombro. Son los 486 porteadores que quieren estar ahí, que han escogido libremente ir, sabiendo a la perfección el esfuerzo que les va a suponer conllevar el peso del trono por el recorrido procesional. Ese que tantas críticas ha suscitado durante los últimos meses, que la lluvia obliga a modificar en el último momento, y que una vez que se empieza a recorrer ya no se cuestiona. Porque… ¿para qué?

La fuerza de esos 486 porteadores que han decidido individualmente estar ahí es imparable. Efectivamente, el esfuerzo consciente y comprometido de un grupo humano que actúa de forma cooperativa es la auténtica fe que mueve montañas. Es un intangible que produce resultados bien concretos, como desplazar un peso de 4 toneladas a lo largo de 5 km. Y no se conoce ni un solo año en el que se haya salido y no se haya vuelto, más tarde o más temprano, con el hombro más o menos enrojecido y las plantas de los pies más o menos molidas.

Otros hombres y mujeres de trono se habrán quedado seguramente este año en casa. No habrán encontrado en su ánimo la convicción o la motivación para vestirse con la túnica burdeos y prestar su hombro. Es una decisión tan válida y respetable como la otra. Ya sea producto de una desmotivación pasajera o de un cambio definitivo de etapa vital. Ningún hermano va a criticar esa ausencia, porque ningún Hermano está exento de pasar, algún día, por el mismo proceso. Y porque ir voluntariamente también implica eso, aceptar que haya Hermanos que ya no quieran ir.

Lo importante es que nuevos hombros remplazarán a los que han dado un paso al costado y nueva sangre regará los músculos necesarios para empujar los varales hacia arriba.

Seguirá habiendo un grupo humano que, a pesar de vivir tensiones durante el año, en  Semana Santa del 2020 volverán a sentirse llamados a prestar su hombro, su energía y su fervor. Y volverán a experimentar la magia de reencontrarse con otros Hermanos y Hermanas libres y, a la vez, comprometidos en su misma causa.

El independentismo ha vivido tradicionalmente huérfano de liderazgos respetados. Cuando a la clase política en general todavía le quedaba una brizna de prestigio, los indepes ya eran expertos en el pim-pam-pum antipolítico. Cuanto más poder tenía el dirigente de turno, más sospechoso era de haber conseguido vergonzosas contraprestaciones o de caer en actidudes claudicantes -un adjetivo muy de moda en aquellas épocas-. No se salvaba ni uno.

Dentro del independentismo, solamente el entrañable Lluís Maria Xirinachs tenia la aureola de persona íntegra, que no decía una cosa y hacía justamente la contraria. Igual se quedaba en el gesto heróico y baldío, pero al menos no se acogía al cómodo recurso del pactismo catalán en cuanto volaban las primeras bofetadas.

El panorama ha cambiado radicalmente. Una de las consecuencias de los hechos de este último año es que los independentistas ya no pueden decir ni mu de los políticos que los representan. Dejando de lado las consideraciones y los matices puramente estratégicos, es obvio que todos ellos, sin excepción, han mostrado un coraje, una determinación y una coherencia ideológica incuestionables.

Salgo de visitar a Jordi Cuixart en la cárcel de Lledoners. Hemos hablado poco de política, mucho de su vida entre rejas y bastante de su estado de ánimo, esperanzas y deseos personales. Independientemente de la adhesión que se pueda sentir hacia sus principios ideológicos, el discurso de Jordi Cuixart es el de un amante de la libertad que señala los gravísimos déficits democráticos que sufre la sociedad en la que todos nosotros -incluidos Inés Arrimadas, Xavier García Albiol y Miquel Iceta– vivimos.

Jordi no debería estar recluido por lo que ha hecho, que no es más que ejercer los derechos fundamentales más básicos en cualquier democracia de nuestro entorno, siempre desde un escrupuloso respeto a sus profundas convicciones pacifistas. Su actuación no tiene nada que ver, ni de lejos, con el delito de rebelión por el cual la fiscalía le pide un total de 17 años de prisión.

Por ello, no se arrepiente de nada de lo que hizo, a pesar del altísimo precio personal que está pagando y no piensa renunciar a ninguno de sus principios ni convicciones políticas para salir de la cárcel. Ahora cree que es necesario mantenerse firme para poner de manifiesto la aberración que supone la existencia de presos de conciencia en la España del siglo XXI. Y esta lucha es tan básica que no admite ni medio paso atrás, porque una pequeña renuncia significaría deshacer todo el camino andado.

Los independentistas ya no tienen la excusa de escudarse en la flojera de sus representantes políticos. El proceso catalán ha forjado una generación de políticos ante los cuales la ciudadanía se quita el sombrero. Los políticos ya no son los personajes claudicantes que se hacen pipí encima en cuanto empiezan a pisar moqueta gruesa. Ahora, por primera vez, son los ciudadanos los que tienen que demostrar que están a la altura de sus políticos.

Después de un acto importante de represión violenta tienen que pasar muchos años antes de que se produzca una reparación total de daños. Las memorias de cada víctima del abuso tejen un entramado de agravios que pasan, poquito a poco, a formar parte del adn social. Recordar para no dejarse engañar. Es la única defensa de las sociedades indefensas.

De la misma forma, la violencia contra las mujeres ha fortalecido su conciencia de género a lo largo de los siglos. Conciencia para provocar cambios profundos. Conciencia para gritar nunca más y poner en marcha todos los resortes de una sociedad proactiva, movilizada, rebelde.

La violencia policial y política del 1 de Octubre y el posterior encarcelamiento de activistas y de representantes políticos han causado un daño profundo que no quedará restañado ni con su salida de prisión ni con el simple reconocimiento implícito de la comisión de un error estratégico por parte de las nuevas autoridades españolas.

Afortunadamente, los tempos de la gente de la calle no son los mismos que los tempos de la política. Los líderes políticos, y más en estos tiempos de realidades globalizadas y cambiantes, son capaces de saltar pantallas del juego a una velocidad acorde con sus intereses espúreos.

Los pueblos no. La memoria popular no se cambia con simples peroratas ni con decretos bienintencionados, se cambia con rupturas efectivas, con revoluciones verdaderas, no de salón.

Quizás no eran conscientes de lo que estaban haciendo, pero lo hicieron igualmente. Los que ordenaron cargar contra ciudadanos armados sólo con papeletas de voto, los que pisotearon la voluntad de un pueblo, los que atacaron a líderes democráticos pacíficos, los que los esposaron a la espalda, los empujaron dentro de furgones policiales, los maltrataron y vejaron, causaron un daño enorme y, lo que es más significativo, perenne.

Dice mi amigo Juan Manuel de Prada que los muertos también votan, que las tradiciones y los antepasados influyen en las mayorías sociales. Dicho de otra forma, la memoria de los represaliados, de las víctimas del totalitarismo político, del abuso de poder, trascienden a sus coetáneos. Véase la polémica del Valle de los Caídos y nótese la estulticia de los que claman que hay que mirar al futuro sin caer en la cuenta de que eso es imposible si no se restañan las heridas abiertas del pasado.

Cuando los popes de la equidistancia critican a “los hiperventilados de uno y otro lado” o invitan a “ambas partes en conflicto a ser sansatas y a buscar una solución dialogada”, no sólo no resuelven absolutamente nada sino que contribuyen a ahondar las heridas. Porque el daño ya está hecho. La represalia violenta ya ha causado gravísimos estropicios. El vendaval totalitario ya ha arrasado intangibles tan frágiles como la esperanza, los deseos de convivencia o los anhelos comunes. Y pretender hacer equilibrios en estas condiciones denota falta de empatía, deseo de sacar tajada de la nueva realidad y ventajismo respecto a la pretendida debilidad del represaliado.

El pueblo no perdona ni a los represores ni a los que intentan sacar tajada de la represión. Los nombres de unos y otros quedan cincelados en la memoria colectiva. En la memoria colectiva de un pueblo que, por de pronto, ya ha demostrado que no sabe ni quiere olvidar.

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Las marchas que van a acompañar al trono de María Santísima de la Amargura Coronada, este año, van a ser todas compuestas por autores malagueños. Se nos anuncia a los portadores antes de la salida, pero la decisión se tomó en una de las múltiples reuniones que se celebran en la cofradía de la popular Zamarrilla a lo largo de todo el año.
El himno de la “Rosa del Jueves Santo” (“Madre nuestra, Málaga te acompaña al pasar…”), entonado a pleno pulmón por los hombres de trono, desplaza en la salida de la Hermandad al Himno Nacional, que suena en segundo lugar. Ambos son recibidos con gran entusiasmo, pero el avance de la vocación local se percibe año tras año. El “Milagro de una Rosa” atrona en la calle Mármoles con carga añadida de emoción en las gargantas.
Un año más, 278 portadores se encuentran debajo de las más de 4 toneladas del trono para mostrárselo a sus conciudadanos en un intenso recorrido de siete horas en los que habrá emoción, sudor y bastantes lágrimas. El paso del trono por los puntos emblemáticos de su recorrido (como la tribuna de los pobres y la de los ricos, por ambas con idéntica solemnidad y protocolo musical) son celebrados sin matices por un público entregado en la noche del Jueves Santo a la figura de la Virgen María.
En cada punto del trayecto, uno se va convenciendo más de que participar en los actos de la Semana Santa de Málaga es probablemente la actividad más antimoderna -en el mejor sentido de la palabra- que hoy se pueda realizar en nuestro entorno geográfico. Si consideramos como moderna la globalización uniformizadora, la potenciación del individualismo, la aniquilación de las relaciones interpersonales mediante el abuso de las redes -mal llamadas- sociales, la transformación de la sociedad en un marco virtual donde las tendencias de masas aparecen, desaparecen y reaparecen con la misma cadencia que las olas rompen en una playa de arena fina y moldeable. Si consideramos todo eso como la sociedad moderna… ¡celebremos entonces lo contrario!
Estar debajo del trono de la Zamarrilla es abrazarse con coetáneos y antepasados que han querido y siguen queriendo defender su particular visión del mundo y de la forma de afrontar las cosas que les suceden. No puede existir ningún poder económico o político interesado en promover el asociacionismo que surge espontáneamente desde abajo hacia arriba. La creciente interrelación entre ciudadanos libremente comprometidos con una causa, la que sea, es la muerte del sistema capitalista que nos rige, basado en el fomento de masas acríticas, sumidas en mil y una actividades aparentemente útiles y necesarias en el universo digital pero tremendamente eficaces en realidad para unos poderes en busca permanente de los nuevos opios del pueblo y de su efecto dormidera.

Procesionar justo antes de la banda de la Zamarrilla, este año, ha sido la ocasión de ver actuar de cerca al centenar de músicos que la componen. Casi todos ellos, chicas y chicos muy jóvenes que han dado a la música sus horas libres y que, gracias a la cofradía, pueden afrontar de otra manera la realidad social propia de un barrio popular. Una función integradora más de esta Hermandad, que se esfuerza por mejorar su entorno de forma práctica y directa.
En este sentido, hemos tenido la alegría de compartir varal con siete mujeres que, por primera vez, han sumado su fuerza a los de los hombres de trono. ¡Qué menos que ver a mujeres sumándose al tributo a la imagen femenina más venerada del mundo!
Así pues, hombres y mujeres de trono avanzan también hacia un equitativo reparto de cargas, incluso bajo el manto de María Santísima. Después de la procesión, las mujeres recibían la enhorabuena de sus hermanos cofrades. Estaban cansadas como ellos, pero sus caras reflejaban la satisfacción por conseguir un hito que va mucho más allá de entrar en un coto reservado hasta ahora a los hombres.
La revolución de las mujeres es imparable, y pronto la sociedad ya no será como la hemos conocido hasta ahora. Pero el cambio solamente será profundo y verdadero si lo capitanean mujeres y hombres de trono, ciudadanas y ciudadanos comprometidos con esta causa y con una conciencia arraigada en los valores colectivos. Sólo desde el humanismo el cambio será útil al hombre y a la mujer, y no a las grandes corporaciones, la banca, el sistema financiero y las instituciones corruptas que lo sostienen.
A cada pequeño paso que doy bajo el trono de La Zamarrilla pienso que mientras los hombres y mujeres tengamos la necesidad de encontrarnos, juntarnos y realizar un esfuerzo colectivo, codo con codo, la humanidad tiene la posibilidad de un futuro mejor. Pienso que somos muchos los que procuramos llevar un compás distinto al que marca la batuta de la oligarquía económica. Y eso, aunque sea una vez al año, reconforta.

1- No hay presos políticos en España. 12 personas han ingresado en prisión incondicional preventiva por querer llevar a la práctica un mandato electoral refrendado en las urnas.

2- Los catalanes ejercen su derecho de autodeterminación en cada convocatoria electoral. En 2017 (y 2015) ha ganado una mayoría independentista a la que se le impide llevar a la práctica su programa electoral.

3- Cataluña puede defender cualquier propuesta política siempre y cuando lo haga pacíficamente. La propuesta política ha sido pacífica, pero la respuesta no: ha habido represión policial violenta, encarcelamientos y políticos en el exilio.

4- En España existe la separación de poderes. La vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, la justicia belga y los hechos se han encargado este año de demostrar que existe una acción coordinada entre algunos jueces y el poder ejecutivo.

5- Los independentistas ganan en escaños pero no en votos. El bloque indepedentista sumó el 21D más escaños y más votos que el bloque favorable al 155.

6- Las movilizaciones indepedentistas han pasado a ser violentas. Diversos juristas coinciden en que el delito de rebelión y el de sedición no son aplicables a los altos cargos de la Generalitat por la ausencia de violencia. En cambio, sí la han ejercido la policía nacional, la guardia civil y la ultraderecha.

7- Europa da la espalda a Catalunya. Puigdemont consigue un trato justo en Bruselas, y la justicia española se ve obligada a retirar la orden de búsqueda y captura que había lanzado contra él. Angela Merkel exige a Rajoy que negocie con el gobierno catalán después del resultado electoral.

8- La aplicación del artículo 155 es la respuesta administrativa a un desafío concreto. En paralelo a la ejecución del 155 se han tomado decisiones para provocar el ahogo financiero de TV3 y se allana el camino para la intervención del modelo educativo catalán, al que se acusa sin pruebas de “adoctrinamiento”.

9- A los catalanes sólo les preocupa la pela. Este punto es de los que más me alegra incluir en el ranking. Después del coreografiado desfile de bancos y empresas trasladando sus sedes sociales fuera de Catalunya, el voto absoluto independentista ha aumentado. Por otro lado, el crecimiento del PIB del 4º trimestre del 2017 es superior al del 2016.

10- El día que hable la mayoría silenciosa se acabará el Procés. Con una participación récord del 82%, los independentistas obtuvieron el 21D más votos y escaños que el bloque constitucionalista/unionista. Claro que todavía queda una “mayoría” silenciosa del… ¿17 y pico por ciento?

11- Los Mossos d’Esquadra no son una policía al nivel de las otras policías europeas. La gestión de los atentados de las Ramblas y de Cambrils demostraron a la opinión pública la profesionalidad de este cuerpo y su alta eficiencia en la estrategia comunicativa. En ambos aspectos, los Mossos estuvieron a la misma altura, o claramente por encima, de otros cuerpos policiales cercanos.

12- Los Mossos desobedecieron las instrucciones del juez el 1 de Octubre. Los Mossos cerraron 244 colegios electorales sin emplear en ningún caso la fuerza, mientras que la policía nacional y la guardia civil sólo consiguieron cerrar 90 y con los medios que todo el mundo pudo comprobar.

13- La prensa internacional ignora el Procés. Los más prestigiosos medios escritos y audiovisuales del mundo se han hecho eco de las demandas de la sociedad catalana, especialmente a raíz de la violenta represión del referéndum del 1 de Octubre. Y todos, en el mismo sentido como lo hizo el New York Times:

14 –Rajoy nunca negociará con el presidente de la Generalitat sobre el derecho de los catalanes a decidir su futuro. Veremos si esto es así, pero de momento Rajoy dijo la noche del 21D que sólo hablaría con Inés Arrimadas, como candidata más votada. Y dos preguntas más tarde admitió que su obligación también era reunirse con el presidente electo.

15- Los soberanistas viven en matrix. El partido que se considera ganador de las elecciones catalans, cuyas cuentas han sido cuestionadas por el Tribunal de Cuentas, no gobierna ni un sólo ayuntamiento catalán. Y el partido que gobierna España es el último en número de votos entre las 7 principales fuerzas del Parlament, en el grupo Mixto con sólo 4 escaños. ¿Quién está en matrix en Cataluña?

En veinte años en Madrid no he conseguido convencer a prácticamente ninguno de mis amigos de que decir “no me siento español” no tiene nada que ver con decir “me siento superior”. Ni más especial, ni más listo, ni más moderno, ni más europeo, ni más cool, ni leches. No tiene nada que ver.

“No me siento español” es una frase que no es recomendable decir en la capital porque molesta a la gente y suele ser la antesala de una agria sobremesa.

En cambio, tengo a dos buenos amigos que no reaccionaron mal. Uno es de Málaga y el otro, de Madrid. Entendieron esa declaración sin pedir explicaciones adicionales.

Así que, evidentemente, no fue mio el mérito de haberles transmitido que “no me siento español” es una frase que no pretende ofender a nadie.

Ellos encajaron la frase de forma distinta al resto de personas inteligentes, farrucas, tolerantes, intolerantes, cosmopolitas, paletas, de izquierdas, de derechas, heterosexuales, gays, procatalanas, catalanófobas, unitaristas, federalistas, del Madrid, del Atleti y del Barça que he conocido en veinte años en la capital.

Esa declaración, “no me siento español”, para mí es clave. No tiene argumentación a favor ni en contra. Es como “creo en Dios”. No hay nada más que decir. Es -o debería ser- tan respetable como irrebatible.

Y da sentido al resto de argumentos para la independencia: históricos, económicos, lingüísticos, de legitimidad institucional… No le demos más vueltas: cualquiera de ellos sería accesorio si no fuese por lo que señaló el president Montilla hace años: la desafección.

Estos dos amigos no han ido muchas veces a Catalunya, ni tienen familia allí, ni son de Podemos, ni tan sólo simpatizan con la causa soberanista ni, mucho menos, independentista.

Le he dado muchas a vueltas a identificar aquello que los distingue del resto (aparte de que son de mis mejores amigos en la capital, claro). Y he llegado a una conclusión, quizá pobre, quizá demasiado simplista, quizá insuficiente.

Yo creo que se han identificado con alguien a quien aprecian y han comprendido que, si hubiesen nacido en mi circunstancia, pensarían seguramente de forma muy parecida a mí. O así lo veo yo.

Críticas del españolismo al soberanismo catalán que resisten muy mal un espejo.

1 El discurso único. ¿Cuántas críticas se oyen en los medios españoles a la estrategia emprendida por el PP en Catalunya?

2 El nacionalismo como estrategia de distracción. ¿Cuál es el partido político en Europa que tiene más cargos electos procesados por casos de corrupción?

3 La deshumanización del adversario político. ¿Quien menosprecia sistemáticamente al adversario político tildándolo de radical, insensato, suicida, ingenuo, anacrónico, cuando no de totalitario o nazi?

4 La ausencia de garantías parlamentarias. ¿Qué fuerzas políticas basan en opacos pactos de salón la respuesta a los principales retos políticos y económicos del Estado?

5 La falta de pluralismo en los medios de comunicación. ¿Cuántos soberanistas hay en las tertulias de los programas informativos de alcance nacional? ¿Cuántos líderes soberanistas suelen tener voz en esos programas?

6 La existencia de una “mayoría social silenciosa”. ¿Qué hacen realmente los principales partidos políticos en España para reducir las altísimas y crecientes cifras de abstención en todas las elecciones?

7 La arcadia feliz. ¿Quién considera a España como la “patria indivisible de todos los españoles” donde la unidad es un bien moral a proteger por encima de todo?

8 El rechazo a Europa. ¿Quien se ha opuesto sistemáticamente a que ningún foro Europeo tome cartas en la solución de los conflictos territoriales en España?

9 El adoctrinamiento infantil. ¿Quién ha convertido la fiesta nacional en un desfile militar al que acuden familias enteras?

10 La manipulación de la historia. ¿Quién cuenta a sus hijos que la colonización de América fue un “descubrimiento”o un “encuentro de culturas”, y que el genocidio indígena es una “leyenda negra”?

11 La mezcla de política y deporte. ¿Quién convierte una victoria en el Mundial en un acontecimiento histórico de proporciones épicas?

12 El supremacismo nacional. ¿Qué nación de las que coexisten en España niega la existencia de las demás?

13 La imposición lingüística. ¿Qué idioma se autoconsidera superior a todos los que existen en la Península?

14 El victimismo. ¿Quiénes acusan a los soberanistas periféricos de “querer romper España”?

15 El uso abusivo de las mayorías parlamentarias. ¿Qué fuerzas políticas han aplicado sistemáticamente el rodillo parlamentario cuando han disfrutado de la mayoria suficiente para hacerlo?

16 La insolidaridad. ¿Qué gobierno, junto a otros miembros del selecto club europeo, impone durísimas condiciones a países terceros para concederles créditos?

17 Provocar una fractura social. ¿De qué único lado se ha practicado la violencia en Catalunya desde que empezaron las reivindicaciones soberanistas?

18 Permitir que principios esencialistas condicionen la vida institucional y política. ¿Qué jefe de Estado lo es solamente por derecho dinástico, por el mero hecho de ser hijo de quien es?

19 Presionar a la justicia. ¿En qué país hay una Constitución que exime al jefe del Estado de responsabilidad legal y en qué país el fiscal pide la absolución de un miembro de la familia real acusado de corrupción?

20 Los gastos superfluos en representación exterior. ¿Cuánto cuesta la obsoleta red de Embajadas españolas en el extranjero y qué grado de eficacia tiene la esclerótica y anticuada clase diplomática?

1-El defectuoso encaje de Catalunya en España no es responsabilidad exclusiva de ninguna de las dos partes.

2- Para encontrar una solución a los conflictos territoriales, habría que huir de los planteamientos esencialistas y aplicar soluciones racionales desde ambas partes.

3- La configuración territorial del Estado debería tener en cuenta el criterio de los parlamentos de las Comunidades históricas, y no someterse simplemente a la aritmética parlamentaria de Congreso y Senado.

4-La Constitución del 78 no cierra la configuración territorial del Estado, sino que deja un gran margen abierto a pactos políticos e interpretaciones judiciales posteriores.

5-Después de 40 años de existencia del Estado de las autonomías, los únicos territorios donde la adscripción nacional de sus habitantes sigue siendo motivo de debate son Galicia, Euskadi y Catalunya.

6-La lectura de la Constitución que han venido haciendo PP y PSOE no es la única posible. Es solamente una más de las posibles.

7-El “café para todos” como principio rector de la política autonómica para gestionar realidades socioculturales tan diversas no parece haber sido el mejor instrumento para conseguir que todas las CCAA se sintieran tratadas justamente.

8-El nacionalismo español puede ser tan excluyente, autocomplaciente y provinciano como el de las comunidades históricas.

9-El déficit en las balanzas fiscales entre Comunidades Autónomas no es el único factor detonante de los conflictos territoriales en España.

10-Ni la unidad de España ni la separación de Catalunya son un valor universal en sí mismas. Ni patrias indivisibles ni divisiones por patriotismo. Las fronteras son convenciones políticas que se mueven en función de los intereses sociopolíticos y económicos del momento.

11- En un continente que es un mosáico de nacionalidades y que defiende la libertad y la democracia como principales motores de la acción política, el respeto a la autodeterminación debería prevalecer sobre la imposición de fronteras.

12- La corrupción política ha existido tanto en el conjunto de España como en Catalunya, y no es por ello la principal característica de la “marca España” ni la coartada perfecta para los líderes soberanistas.

13-El Tribunal Constitucional no puede suplantar a las cámaras de representación del Estado y de las Comunidades históricas en la labor de configurar territorialmente España.

14-Las lenguas co-oficiales deberían protegerse siempre y no utilizarse jamás como arma en la arena del debate político cotidiano.

15-Ninguna de las partes debería descartar por principio la mediación de terceros para desbloquear la actual situación política con soluciones imaginativas.